miércoles, 18 de noviembre de 2009

LA PROSTITUCION NO ES UN TRABAJO,ES UNA FORMA DE VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES


Existen hoy dos posiciones respecto a la prostitución:
1- La que la considera un trabajo como cualquier otro y una elección libre, fruto de un contrato entre dos individuos: cliente y mujer prostituida.
2- La que, en cambio, sostiene que la prostitución es una forma de violencia contra las mujeres.
Nosotras decimos que la prostitución es una forma de violencia contra las mujeres, una violación de los derechos de las humanas, porque:
La prostitución se inscribe en las relaciones de opresión patriarcales, que colocan a los varones del lado del dominio y a las mujeres de la sujeción. La pregunta no es, ¿por qué las mujeres ingresan a la prostitución?, sino: ¿por qué tantos varones compran cuerpos de mujeres y niñas para la satisfacción de su sexualidad? No es un contrato entre cliente y mujer en prostitución, porque no se puede hablar de consentimiento -condición de todo contrato- en condiciones de profunda desigualdad. Las mujeres no “se prostituyen”, son prostituidas por clientes y proxenetas protegidos por el Estado, compelidas por la necesidad económica, por presiones de todo tipo, por la violencia material y simbólica, por costumbres e ideas contenidas en los mensajes culturales que consideran que las mujeres de todas las clases sociales somos objetos disponibles para satisfacer supuestas “necesidades” de los varones también de todas las clases. La relación entre cliente y mujer prostituida no es una relación laboral entre empleador y empleada ni entra dentro del campo del derecho del trabajo.
Ninguna forma de trabajo puede separarse del cuerpo. Pero en la prostitución el comprador obtiene derecho unilateral al uso sexual del cuerpo de una mujer. El “cliente” prostituyente le impone su cuerpo, su sexualidad y su placer a la mujer prostituida. El placer de ella no importa. No es un intercambio sexual recíproco. Hechos que en cualquier trabajo se consideran acoso o abuso sexual: los toqueteos, las violaciones, las insinuaciones verbales, los requerimientos sexuales indeseados, en la prostitución forman parte de la naturaleza misma de la actividad. ¿Cómo reclamarían las mujeres prostituidas contra el acoso sexual, el abuso o la violación?. ¿Con qué parámetros se mediría?. Considerarla trabajo legitima la violencia y las desigualdades sociales y sexuales entre varones y mujeres. En todo trabajo está comprometida la subjetividad, pero en la prostitución lo está de una manera más profunda, ya que existe una relación inseparable entre cuerpo y subjetividad, entre cuerpo y sexualidad. La sexualidad es una parte fundamental e inescindible de la construcción de identidad. La identidad sexual está marcada por la masculinidad y la femineidad socialmente construidas, es decir por la desigualdad jerárquica entre los sexos. La prostitución daña a las mujeres de una manera muy distinta a la del trabajo. La prostitución produce daños físicos y psíquicos que algunos estudios comparan con los sufridos por quienes padecen una guerra.
Si prostituir menores de 18 años se considera un delito, ¿cómo puede convertirse en un trabajo y en una elección libre el día en que la mujer cumple 18 años?. El trabajo infantil está prohibido (en nuestro país, antes de los 14 años), pero se promueve la preparación educativa de niñas y niños para sus futuros trabajos: escuelas técnicas, comerciales, de magisterio, etc. Si la prostitución es trabajo, ¿cómo se formaría a las niñas para el mismo?, ¿cuáles serían los cursos de aprendizaje? ¿secundarios con orientación servicio sexual? ¿dónde y con quiénes se harían las prácticas? ¿con los padres, con los tíos, con los maestros?.
Considerar a la prostitución trabajo favorece la trata y la legalidad de proxenetas y rufianes, al convertir la explotación sexual en un negocio legal. Sirve también para crear la ficción de un descenso en la tasa de desempleo, útil para mejorar la imagen de la actual fase del capitalismo, que se caracteriza por el carácter estructural de la desocupación y la exclusión social.
La prostitución es una forma de violencia contra las mujeres, de violación de los derechos de las humanas, de explotación sexual, institución fundamental en la construcción de una sexualidad basada en el dominio masculino y la sumisión femenina y en la cosificación de nuestros cuerpos. No es, por tanto, una expresión de la libertad sexual de las mujeres.
Por todo esto sostenemos que no se debe hacer distinción entre prostitución y trata forzada y voluntaria, ni entre prostitución infantil y adulta, ni diferenciar entre personas menores y mayores de 18 años. Estas distinciones legitiman prácticas de explotación sexual, transformándolas en aceptables y permisibles. Utilizan una falsa idea de elección y consentimiento que no reconoce los condicionamientos sociales e individuales y el complejo proceso que lleva a una mujer a ejercer la prostitución y las diversas formas, sutiles o brutales de coerción, no siempre demostrables.
Enfoques jurídicos frente a la prostitución
La prostitución es el más violento punto de unión entre patriarcado y capitalismo, ya que reúne explotación económica y violencia de género. Las cifras son contundentes: en el informe del año 2000 del Fondo de Población de Naciones Unidas, se estimaba que cada año 4 millones de mujeres y niñas/os ingresan en los prostíbulos del mundo para ser consumidos sexualmente. El 90% de los casos de trata y tráfico son de mujeres y niñas para prostituirlas. Según Naciones Unidas, durante 4 siglos 11 millones de personas fueron reclutadas en África para el sistema esclavista, mientras que solamente desde el año 1990 al año 2000, más de 30 millones de mujeres y niñas/os fueron traficadas en el Sudeste Asiático. La globalización del mercado del sexo, unida a la pobreza expone a millones de mujeres y niñas/os excluidas (la población más vulnerable) al riesgo cierto de ser víctimas de tráfico y trata.
En general, los Estados establecen tres marcos jurídicos sobre los que basan sus posturas frente a la prostitución: ellas son la prohibición, la abolición o la reglamentación.
La prohibición: implica la sanción y el castigo, tanto para quienes acepten un pago a cambio de sexo como para quienes lo demanden. Penaliza la totalidad del sistema. Lo cierto es que en el marco de la cultura patriarcal la tendencia es a penalizar a las mujeres en situación de prostitución y a absolver, en la mayoría de los casos, a los clientes-prostituyentes
La abolición: El abolicionismo afirma que todo tipo de prostitución es explotación del cuerpo de otra/o y la considera como un grave atentado contra la dignidad de las mujeres, ya que las que se encuentran en estado de prostitución son mayoritariamente mujeres. Esta postura ideológica, ética y política postula la desaparición de la prostitución y tuvo siempre el apoyo de gran parte del movimiento feminista. Considera que las mujeres en situación de prostitución son víctimas. No reconoce diferencia entre prostitución “libre” y “forzada” porque las situaciones de prostitución no se dan nunca en libertad, las mujeres son consideradas, en todos los casos, como mercancías. Todas son violencias contra las mujeres que se explican a partir de la existencia de la institución social de la prostitución. Las abolicionistas nos oponemos a toda posibilidad de reglamentación o legalización, ya que sería perpetuar la injusticia. Como feministas no apoyamos ni reivindicamos las opciones que sirven para los intereses de dominación patriarcales y refuerzan los sistemas de género (construcciones sociales alrededor de los sexos). Los argumentos sobre “asunción voluntaria” incluso “complaciente” de las funciones que el patriarcado nos asigna los consideramos una de las formas más eficaces de mantenimiento y reproducción del sistema de género (y en general de todo sistema de explotación social). Nuestro país tiene tradición abolicionista ya que ha firmado y ratificado la “Convención contra la Trata de personas y la Explotación de la prostitución ajena” (Naciones Unidas 1949), en la que se establece que el delito del tratante se configura aunque la víctima haya dado consentimiento. ¿Por qué entonces hay parte de nuestra sociedad que se resiste a la causa abolicionista? Son muchos los motivos, como algunos de los prevalecientes deberíamos anotar:
- Porque es en nuestra cultura patriarcal en donde la prostitución está asociada a la sexualidad masculina.
- Porque permite un control “moral” que nos divide entre “buenas” y “malas” y esto debe seguir existiendo para mantenernos disciplinadas.
- Porque, además, es un negocio sumamente redituable, que habilita múltiples negocios igualmente redituables, en un sistema en donde el lucro es un valor primordial.
La reglamentación: Bajo este marco jurídico al Estado le correspondería censar y registrar a todas las prostituidas, darles un carnet identificatorio, controlar sus enfermedades de transmisión sexual a fin de evitar contagios a los clientes-prostituyentes, habilitar los locales para tal fin, establecer las zonas permitidas y cobrarles impuestos a todo el sector dedicado a éste “negocio”. Los reglamentaristas contemporáneos, conservadores ó modernos y liberales, continuadores todos de la tradición pro-prostitución, convalidan y legitiman el uso sexual de las mujeres. Para ello utilizan varias justificaciones:
Los conservadores, herederos directos de aquellos del siglo XIX y gran parte del XX, son los que consideran a la prostitución un mal necesario y proponen un control sanitario y moral sobre las mujeres. Consideran la prostitución como un mal inevitable, que es necesario aceptar y reglamentar para evitar la clandestinidad en la que se ejerce. Al Estado le cabe el rol de control sobre esta “actividad”.
Los “modernos y liberales” defienden la “libertad de elección”, están a favor del “consentimiento” y señalan a la prostitución como una de las formas de ejercicio de la sexualidad. ¿A qué libertad aluden estos sostenedores de la prostitución? Sin duda, se refieren a ellos mismos, hablan de la libertad de los usuarios de prostitución. Para las mujeres, los servicios prestados en esas condiciones, no constituyen prácticas sexuales mucho menos deseadas. Son prácticas de sobrevivencia. Se impone a las mujeres el acceso a su cuerpo por un precio. ¿Dónde esta la libertad? Curioso consentimiento que encubre relaciones sociales de desigualdad entre mujeres y varones, pobres y ricos, adultos y niñas/os.
Dicen favorecer a las mujeres en situación de prostitución, protegiéndolas. Les imponen con este motivo: su registro, controles sanitarios periódicos, lugares predeterminados donde realizar la “actividad”, preservativos que podrán usar mientras el cliente-prostituyente no se oponga. Con estas medidas lo que en verdad se favorece es la explotación de la prostitución ajena en lugares cerrados, autorizados, con “libreta sanitaria” y con normas rígidas a cumplir, por parte de las prostituidas, bajo la vigilancia de los proxenetas y los fiolos, todo ello con la complicidad policial. Al reglamentar la prostitución, se esconde la figura de explotación sexual, sus víctimas serán ahora “trabajadoras”. Los explotadores (proxenetas y fiolos) serán, ahora, “empresarios”. Se está legitimando así la “industria de la prostitución” mediante unos compradores que siempre se mantienen invisibles.
Cuando una sociedad reglamenta la prostitución, no se limita a poner normas, sino que está dando un sistema de valores con un mensaje para toda la sociedad: es legítimo el uso comercial del cuerpo de las mujeres y esto se convierte en el paradigma de la sexualidad. Al mismo tiempo que la prostitución reglamentada concede al conjunto de varones la autorización moral y social para participar, sin responsabilidad ni escrúpulos, en la explotación de las mujeres ejerciendo su poder sobre ellas mediante la mediación del dinero.
El sistema prostitucional está relacionado con la pornografía, el turismo sexual, las líneas eróticas, el ciber-sexo, los sex-shops, los anuncios y publicidades, los programas televisivos que exponen a las mujeres como mercancía. Combatir la prostitución oponiéndose a su reglamentación implica, también, combatir el conjunto de actividades montadas alrededor de la mercantilización del cuerpo femenino.
Miremos qué les ha pasado a los países (casi todos del primer mundo) que han legalizado o reglamentado la prostitución. El tráfico y trata con fines de prostitución se ha convertido en una “industria” floreciente. Las mujeres y niñas/os que van a ser prostituidas provienen mayoritariamente de países pobres y son súper explotadas y esclavizadas en los locales para ese fin. Se ha banalizado y difundido el comercio sexual. No todas las mujeres en situación de prostitución quedan incluidas en esa falsa legalidad, pues sigue en parte ilegal, con dineros y con mujeres indocumentadas traídas mediante tráfico y trata. Se han aumentado la cantidad de prostíbulos. Se han diversificado otras formas de explotación sexual.
Nosotras, las mujeres involucradas en la Campaña “Ni una mujer más víctima de las redes de prostitución”, repetimos sin cansarnos que todas tenemos el derecho inalienable a ser libres.
Proponemos:
- Exigir al poder legislativo que sancione la Ley de trata sin condicionar la definición del delito del proxeneta a la edad de las víctimas ni a su falta de consentimiento.
- No perseguir, discriminar, ni penalizar a las mujeres en situación de prostitución.
- Puesta en marcha de un verdadero proyecto igualitario entre mujeres y varones consensuado y con seguimiento de las organizaciones que sostenemos esta propuesta.
- Trabajo genuino y con nivel de vida adecuado que permita satisfacer todas las necesidades.
- Espacios de apoyo y contención para todas las mujeres víctimas de las redes de prostitución.
- Potenciar a través políticas públicas sobre la educación y los medios de comunicación una práctica de la sexualidad desde condiciones de dignidad y respeto no sexistas, no androcéntricos (centradas en el hombre) y no discriminatorias.
- Campaña que desnaturalice la prostitución, señale los daños que produce en las mujeres y marque la responsabilidad del “cliente”.
- Penalización de sitios pornográficos, paidófilos, racistas y el turismo sexual con penas de cumplimiento obligatorio.

EXPLOTACION SEXUAL INFANTIL


La Convención sobre los Derechos del Niño define a estos como toda persona menor de 18 años salvo que alcance antes la mayoría de edad. De esta forma, la explotación sexual comercial de los niños es el empleo de éstos con fines comerciales de índole sexual por una remuneración u otra contraprestación entre el niño, el intermediario y otros que se lucren con la trata de niños para esos fines.
Se calcula que en todo el mundo se obliga anualmente a mas de 1millon de niños a prostituírse estando la edad media entre los 13 y 18 años, pero hay indicios de que niños más jóvenes, incluso bebés, están atrapados en este comercio. Este comercio se ha convertido en una industria multimillonaria que alcanza una cifra de miles de millones de dólares, y a la cual los niños acceden por la fuerza o mediante engaños.
En este momento hay tres formas de explotación sexual: · Prostitución infantil: acción de contratar u ofrecer los servicios de un niño para realizar actos sexuales a cambio de dinero u otra contraprestación. · Trata y venta de niños con fines sexuales dentro de un mismo país o entre países. · Pornografía infantil que se basa en la representación visual de un menor de 18 años en un acto sexual explícito, real o simulado o en la exhibición obscena de los órganos genitales para placer sexual de un usuario. Últimamente esta práctica se ha hecho mas frecuente con las grandes posibilidades de anonimato que ofrece Internet y debido a las diferencias legales entre países (lo que en un país es legal, en otro puede no serlo.)
Las investigaciones han comprobado, a escala mundial, una clara relación entre los abusos familiares sobre los niños y la incitación a participar en el comercio sexual. Una de las causas de la prostitución infantil es la pobreza, o como se ha denominado “la pobreza más la falta de opciones” es decir, la familia tiene que hacer frente al desempleo, emigración forzosa, la dependencia de estupefacientes o las expectativas consumistas. Por poner un ejemplo, en América Latina cerca de 34 millones de niños viven en la calle en situación de extrema pobreza lo que lleva fácilmente a la explotación infantil.
En Brasilia el 70% de los casos de explotación infantil practicados en niños y adolescentes ocurren dentro del ambiente familiar donde el niño o la niña son vendidos por progenitores que han realizado abusos sexuales o de otro tipo a sus propios hijos. De estos niños que son vendidos, el 40% son menores de 18 años.
Sólo en Filipinas se estima que actualmente, en el año 2001, 100.000 menores ejercen la prostitución, cinco veces más que hace 5 años
Cada año, alrededor de un millón de niños son vendidos con fines sexuales
Por otro lado en las ciudades que viven del turismo, los turistas o los propios ciudadanos prefieren pagar un alto precio por niñas de poca edad preferiblemente vírgenes por miedo al contagio de enfermedades de transmisión sexual. Se piensa que tener relaciones sexuales con niños protege al cliente contra el SIDA porque es más probable que estén sanos y que hayan tenido menos parejas sexuales. La verdad es que esto es precisamente lo contrario ya que los niños, a parte de ser más vulnerables y débiles, los niños prostituídos son forzados a menudo a tener relaciones con más clientes de los que podría aceptar un adulto y tienen generalmente menos poder para pedir al cliente que utilice preservativos. Además los niños son físicamente más vulnerables a la infección porque pueden tener lesiones internas mas fácilmente y porque a menudo son tratados con violencia por sus clientes. Al mismo tiempo estos niños /as no están protegidos por centros de salud al no disponer de Seguridad Social, Sanidad Publica o Seguro Médico así como tampoco tienen medios para la adquisición de métodos anticonceptivos y la mayoría de las veces carecen de educación y cultura, con lo que son más propensos a contraer enfermedades de transmisión sexual.
La demanda de niñas vírgenes es tan grande que se ha puesto de moda recurrir a la cirugía plástica para implantar un himen artificial y venderlas como si fueran vírgenes.
La injusticia económica y las diferencias entre ricos y pobres, la migración y la desintegración familiar , junto con valores culturales discriminatorios contra las niñas y las mujeres así como el aflujo de bienes y valores materialistas son otras causas que hacen que prolifere la prostitución infantil.
Este consumismo estimula a aquellos que no aprecian a sus hijos y no respetan sus derechos y están dispuestos a comerciar con ellos a cambio de otros bienes mas valorados.
En otras partes del mundo, son los propios niños quienes enfrentados a la competencia de sus compañeros de grupo y al deseo de estar a su altura venden sus cuerpos a cambio de dinero para comprar bienes de consumo que de otro modo serian inaccesibles para ellos.
Este tipo de maltrato se ve en todas las clases sociales pero casi siempre llegan a conocimiento publico los abusos ocurridos en sectores más carenciados ya que el cliente o en este caso el que abusa es más vulnerable.
La mayoría de las víctimas de la explotación son niñas pero este abuso afecta cada vez a un mayor numero de niños que por lo general son niños que provienen de familias pobres en su mayoría entre 14 y 18 años aunque debido al temor del SIDA cada vez se demanda niños y niñas más jóvenes.
Negar a los niños su propia dignidad y explotarles comercialmente es impedir el futuro a todo el mundo. (Makiko Tanaka, ministra de asuntos exteriores de Japón)
Según UNICEF, el 14% de los niños y de las mujeres explotadas sexualmente en Brasil forman parte del mercado "turístico"
Estos niños ingresan en el comercio sexual mediante secuestro, engaño o venta o también pueden ser niños fugados de sus casas y que se prostituyen con el fin de poder sobrevivir, mejorar su nivel de vida o para adquirir bienes de consumo. Muy a menudo los padres que venden a sus hijos en el comercio sexual les dicen que sus hijos van a realizar servicios domésticos o cualquier otra forma de trabajo o van a casarse. Otros venden a sus hijos plenamente conscientes al comercio sexual. En Asia que antiguamente deseaban tener hijos varones para que trabajaran con la familia, ahora prefieren tener niñas para venderlas ya que los ingresos son mayores.
Por otro lado, cuando una familia tiene un hijo que ha trabajado en el comercio sexual su reacción cuando consigue escapar del comercio es de rechazo con lo que existe gran riesgo de que vuelva a la prostitución.
La ignorancia de los padres también desempeña un papel muy importante, ya que la educación de estos sobre el destino que les puede deparar a sus hijos, su venta en el mercado de trabajo, de la servidumbre y sexo reduciría el numero de padres que se plantearía este tipo de comercio cuando les prometen dinero y una vida mejor.
En muchos casos la policía forma parte de la red de complicidades con quienes detentan el poder económico ligado a la explotación. (ver articulo del periódico El Mundo)
El impacto de la explotación sexual sobre los niños es enorme ya que supone una perdida total de la infancia. Esta privación deja marcas que pueden tardar años en desaparecer. Los niños pierden la confianza en los demás sobretodo en los adultos, pierden la autoestima y la dignidad y a menudo su futuro debido a la posibilidad de desarrollar síntomas de depresión, agresión, violencia, perdida de autocontrol, incluso inclinación hacia la automutilación. Es muy frecuente que el niño termine suicidándose.
Pero eso no es todo, ya que si se libra de esos impactos internos, también tienen que soportar la privación de alimentos, de aire y luz y libertad de movimiento, malos tratos, torturas, quemaduras, infecciones renales, cáncer cervical, embarazos precoces y continuados y enfermedades de transmisión sexual que posiblemente acaben con la vida del niño.
Por ultimo y como propia conclusión después de una abundante documentación y siendo mi modesta opinión personal, pienso que la prostitución es un fenómeno que debido a los intereses creados así como la cantidad de dinero que se baraja, la prostitución no podrá desaparecer, de forma que creo que en vez de intentar combatirla, más bien habría que aceptarla como un fenómeno social producido tanto por desviaciones en las conductas de las personas como por los problemas sociales existentes en el mundo. Debido a que no se pueden solucionar todos esos problemas sociales, pienso que la prostitución debería estar regulada por una legislación que ayude a las personas que se prostituyen. Esto debería comenzarse con una buena educación y cultura sobre sexualidad y métodos anticonceptivos, así como regularizarlo y permitir el uso de una sanidad publica a estas personas a modo de prevención, establecer controles sanitarios y eliminar la proliferación de las mafias o redes de prostitución con el fin de evitar muertes, malos tratos y el beneficio y lucro de unos mediante el sufrimiento de otros.
Esto solo puede lograrse mediante la legalización y regularización de la prostitución.
Por otro lado y relativo a la prostitucion infantil, en mi opinion, la mayor barbaridad de todas, no creo que tenga una solucion inmediata. Aquí si creo que deberia haber un control mas estricto sobre todo el material que se comercializa. Esto es una cuestion muy complicada porque como ya he dicho anteriormente, por ejemplo en Internet que es la forma mas sencilla de conseguir este tipo de material, toda persona puede acceder a paginas que se ubican en servidores de países donde no esta prohibido este tipo de practicas. Posiblemente, con la legalizacion de la prostitucion (siempre de mayores de edad) podria descender el consumo de material pornografico infantil, pero realmente todo depende de nosotros, de no acceder a este tipo de páginas donde solo se cometen aberraciones con los niños y denunciando todo tipo de casos que creemos sospechosos de utilizarlos.